Nunca habíamos tenido tantas ganas de que nos vacunasen. La tan esperada solución es ya una realidad y las ansias por recibirla son patentes en la población. A pesar de ello, un porcentaje muy alto de la población (se estima que uno de cada diez) tiene reticencias a ser pinchado, y no porque forme parte de un irracional movimiento antivacunas, sino por presentar fobia al hecho de recibir un aguijonazo.
Hay datos que sugieren que gran parte de los que tienen este pánico a las inyecciones podrían haber desarrollado el mismo durante la infancia. Es lógico si pensamos que la mayoría de los pinchazos se dan en los primeros años de vida, y en muchos casos supone para el niño un suceso doloroso y traumático. No solo eso, sino que experiencias similares están relacionadas con umbrales de tolerancia más bajos y problemas de dolor crónico en la edad adulta.
¿Podrían tomarse medidas para prevenir este efecto? Afortunadamente sí, y tomando ciertas sencillas consideraciones en su administración puede cambiarse un evento amenazador y desagradable en algo mucho más llevadero.
Ah, y algunas de estas medidas podrían extrapolarse a otras intervenciones como pruebas serológicas, PCR y similares, tan frecuentes en estas fechas.
Consejos para los padres/cuidadores
- En lactantes, se recomienda administrarla mientras el bebé está tomando el pecho. Los beneficios son múltiples y probados: la posición favorable de contacto, la distracción, la succión y la ingesta de sustancias relajantes… Y el coste-beneficio no podría ser más alto (el riesgo de atragantamiento es prácticamente nulo). Simplemente requiere el proporcionar un ambiente de privacidad. En caso de no estar recibiendo lactancia natural, puede suplirse con lactancia artificial o administración de soluciones de sacarosa.
- Proporcionar una buena postura que calme al niño. Lo ideal sería que estuviese sobre alguno de los padres y facilitando el contacto piel con piel. Mejor en posición vertical que tumbado. Tras la aplicación el mecer y los golpecitos pueden ayudar al consuelo en caso de estrés. En niños más mayores también, mejor sentados que acostados en la camilla. En ningún caso sujetarlos restringiendo movimientos. Aquí tenéis una guía de posiciones de confort (en inglés).
- No engañar al niño con frases como “no te va a doler”, “es un pinchacito de nada”, “con lo valiente que tú eres”… Normalizar la situación y que sepa a lo que va, sin dramatizar. A ser posible, contarle al niño previamente de qué va esto de las vacunas de una manera sencilla y reforzando los aspectos positivos. Procurar mantener la calma durante el pinchazo y no mostrarnos ansiosos ni estresados ante el niño.
- Hacer uso de la distracción. Es preferible la distracción activa (juguetes interactivos, canciones, que el niño nos cuente cosas…) a la pasiva (vídeos, música). Mantener la distracción tras acabar la intervención para que no lo relacione.
Consejos para sanitarios
- Procurar que los padres/acompañantes estén presentes durante el proceso siempre. Nada da más ansiedad que estar solo ante el peligro.
- Proporcionar buena información tanto a los padres como a los niños del proceso. El hecho de que sepan qué va a suceder, lejos de aumentar el estrés, lo disminuye.
- No usar la técnica de aspiración durante el pinchazo.
- En menores de 12 años, sería conveniente el uso previo de anestésicos tópicos.
- El poder de las pegatinas como recompensa no debería ser subestimado nunca.
Y eso sería todo. Recomendaciones sencillas, fáciles de aplicar y baratas que pueden implementarse fácilmente en el proceso y pueden convertir en un suceso traumático en una vivencia sin más rodeada de esperanza.
Cuidaos mucho hasta que os vacunen (y después, también).
Moisés Giménez es fisioterapeuta en la Diputación de Valencia y profesor de postgrado en la Universitat de València. Su interés está dividido entre el tratamiento del dolor en el ámbito pediátrico y el laboral. Es el actual secretario de SEFID. Durante el confinamiento ha retomado su práctica con el Ukelele.
Referencias:
Lee et al, 2018. Improving vaccine-related pain, distress or fear in healthy children and adolescents–a systematic search of patient-focused interventions.
Taddio et al, 2015. Reducing pain during vaccine injections: clinical practice guideline.
Taddio et al, 2017. Relative effectiveness of additive pain interventions during vaccination in infants.
Komoroff et al, 2020. Implementing a clinical protocol using breastfeeding to mitigate vaccination pain in infants.
It doesn’t have to hurt (vídeo en inglés).
Fotografía: @rosataberner