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La música del dolor

23 de abril de 2015

En numerosas ocasiones hemos oído la expresión “esta música me provoca dolor de cabeza”, pero ¿y si se diese a la inversa? ¿Podría un dolor de cabeza expresarse en forma de música?
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Como explican estos investigadores alemanes en un número especial del BMJ, es sabido por sus cartas y diarios que el compositor Richard Wagner (1813-1883), entre otras dolencias, sufría episodios recurrentes de dolor de cabeza que él mismo llegó a calificar como “la plaga principal de su vida”.

En la tercera parte de su tetralogía del Anillo del Nibelungo, Sigfrido, el artista (seguramente aquejado durante la composición de uno de estos episodios) plasma de manera magistral sus síntomas a través del personaje de Mime. Tras un inicio súbito (un “golpe de martillo”), el herrero exclama: “¡Plaga compulsiva! ¡Dolor sin fin!”. A partir de ahí, la música adquiere un carácter oscilante y pulsátil, que se intensifica de manera progresiva.

Los versos: “¡Luz odiosa! ¿Está el aire en llamas? ¿Qué son esos destellos y parpadeos, brillantes y zumbantes? ¿Que son estos remolinos y turbulencias que tililan alrededor? Relucen y resplandecen como la luz del sol” son un claro ejemplo de un aura migrañosa. Incluso el tempo marcado de este leitmotif se aproxima a los 17,8 Hz de las pulsaciones reportadas por pacientes con migraña.

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También cuenta el propio Wagner que su fonofobia convertía en un suplicio el ejercicio de componer, poniendo en serio compromiso la conclusión de su obra.

Aunque quizá, como comentan los autores al final de su presentación: ¿hubiese sido igual de maravillosa la obra de este genio sin estos terribles dolores?.

 

Göbel, C. H., Göbel, A., & Göbel, H. (2013). “Compulsive plague! pain without end!” How Richard Wagner played out his migraine in the opera Siegfried. BMJ,347.